Desde las tablas, dramaturgos y actores ofrecemos nuestra visión de una realidad que no siempre es ideal y le damos al público los argumentos necesarios para crear un juicio. El público acude al teatro en búsqueda de espectáculo, de magia, de entretenimiento y de comprensión de sí mismo y de su realidad.
Esas dos perspectivas se funden en el aplauso final, ese que marca el punto en que los artistas nos hemos expuesto y el público nos ha aceptado. A partir de allí nacen espacios de crítica, tan necesaria para la reconstrucción y espacios de entretenimiento y cultura que forman la identidad de nuestra patria.
El teatro es incómodo, dice lo que otros callan, muestra lo que no quieres ver, entra en tu zona de confort, la desordena y te impulsa a tomar acciones. El teatro es un vehículo de cultura, sí, y la cultura nace de esa mezcla de perspectivas, sentimientos y también de ideologías. El teatro es el espacio donde se construye la identidad de una nación.
El teatro es un espacio de evasión y encuentro por igual. Hacer teatro, ir al teatro es, en sí mismo, un acto de resistencia.
